domingo, 17 de julio de 2011

El disfraz y la herramienta (o accesorio)

Prólogo a un breve análisis semiótico de moda


Dos pasos tímidos hacia nosotros—seguramente va a pedirme un cigarro, no tengo, no para él—. De repente, una pistola hacia mi estómago.

—Sin City. No, no estoy en Sin City—. La pistola aparatosa y plateada me resultó más estética, más emocionante que peligrosa, más viva que mi cuerpo en ese momento.

Le lancé mi BlackBerry al ladrón, lo único con lo que había salido. Mi novio paralizado. Neurosis, neurosis.

Él no sabía que dar, buscaba una y otra vez en los infinitos bolsillos de su saco, en los de su pantalón— ¡la mochila, la mochila!

Esos segundos de espera me sirvieron para tomar una fotografía mental que más tarde evocaría, la que ahora me servirá para el siguiente análisis.

El ladrón nos gritó, me puse sumamente nerviosa, le arrebaté la mochila a mi novio y se la di. Finalmente se fue.

Boost mejor que un Boost, el ladrón desapareció y automáticamente me sentí fresca, revitalizada. Fue hasta llegar a casa, entre llamadas burocráticas a la policía, que empecé a temblar.

El paso de los días me ha dado perspectiva para hacer un análisis semiótico que mostraré en el post siguiente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario